Investigadores en el Laboratorio Europeo de Biología Molecular reportaron que algo muy parecido a la corteza cerebral existe en un gusano marino (marine ragworm), una pequeña criatura con raíces muy antiguas que no han cambiado por cientos de millones de años.
Para llevar a cabo su estudio, el Dr. Arendt y sus colegas usaron una técnica llamada perfil celular (cellular profiling) para determinar qué genes estaban habilitados y cuales no en el cerebro del gusano. Este tipo de perfil proporciona una especie de huella (footprint) molecular para cada célula.
De manera destacable, la huella molecular en ciertas partes del cerebro del gusano, conocidas como cuerpo de hongo, mostraba una huella muy similar a la corteza cerebral humana.
“Podemos decir que la topografía es tan similar que los humanos y este gusano tenemos el mismo ancestro”, dijo Arendt.
Se piensa que los cuerpos de hongo controlan el sentido del olfato del gusano, y podrían haber ayudado a nuestro ancestro común (gusanos y humanos) a encontrar alimento mientras se desplazaba por el fondo del mar.
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