Información tomada de Ted, ideas que vale la pena difundir.
Quisiera iniciar mi charla hoy, con dos observaciones sobre la especie humana. La primera observación tal vez piensen que es bastante obvia. Y es que nuestra especie, Homo sapiens, es realmente muy, muy inteligente- ridículamente inteligente hacemos cosas que ninguna otra especie en el planeta hace. y esta, por supuesto, no será la primera vez que se den cuenta de esto. Por supuesto, además inteligentes, somos una especie extremadamente vanidosa. Nos encanta señalar el hecho de que somos inteligentes. Podría recurrir a cualquier sabio, de Shakespeare a Stephen Colbert para señalar hechos como que somos nobles de razón e infinitos en facultades y lo más impresionante en este planeta cuando de lo cerebral se trata.
Pero, por supuesto, hay una segunda observación sobre la especie humana sobre la que quiero enfocarme un poco más, y es el hecho de que a pesar de que somos realmente inteligentes, a veces incomparablemente inteligentes, también podemos ser increíblemente tontos cuando se trata de tomar de decisiones. Veo muchas sonrisas de suficiencia entre ustedes. Pero no se preocupen, no voy a señalar a nadie en particular respecto de sus propios errores. Pero, por supuesto, en los dos últimos años hemos visto estos ejemplos sin precedente de ineptitud humana. Hemos visto como las herramientas que sólo nosotros producimos para extraer recursos de nuestro medio ambiente han explotado justo en nuestros rostros. Hemos visto los mercados financieros que hemos creado –mercados que se suponía eran a prueba de tontos– los hemos visto colapsar frente a nuestros ojos.
Pero, estos dos ejemplos tan embarazosos, creo, no resaltan lo que creo es más embarazoso de los errores que los humanos cometemos, que creo es que nos gusta pensar que los errores que cometemos son en realidad el resultado de un par de manzanas podridas o unas decisiones fallidas dignas de mención en algún Blog. Pero sucede que los científicos sociales están aprendiendo que la mayoría de nosotros, puestos en ciertos contextos, de hecho cometeremos errores muy específicos. Los errores que cometemos son realmente predecibles. Los cometemos una y otra vez. Y son realmente inmunes al cúmulo de evidencia. Aún cuando obtenemos un resultado negativo, la próxima vez que nos enfrentamos a cierto contexto, tendemos a cometer los mismos errores. Y esto ha sido un verdadero rompecabezas para mí siendo una estudiosa de la naturaleza humana. Lo que me produce más curiosidad es, ¿Cómo una especie tan inteligente como la nuestra puede cometer consistentemente errores tan graves una y otra vez?
Es decir, somos los más inteligentes, ¿cómo no podemos resolverlo? En algún sentido, ¿De dónde vienen nuestro errores realmente? Y habiéndolo pensado un poco, veo un par posibilidades Una posibilidad es, que de alguna manera, no sea culpa nuestra. Como somos una especie inteligente, podemos crear todo tipos de entornos. que son super, super complicados, a veces demasiado complicados para que los entendamos a pesar de que nosotros mismos los hemos creado. Creamos mercados financieros que son super complejos. Creamos términos hipotecarios que no podemos manejar. Y por supuesto, si nos ponen en entornos que no podemos manejar, de alguna manera, tiene sentido que de hecho compliquemos las cosas. Si éste fuese el caso, tendríamos una solución realmente sencilla al problema del error humano. Simplemente diríamos, OK, averigüemos qué tecnologías no podemos manejar, qué tipos de entornos son malos, deshagámonos de ellos, diseñemos mejor las cosas, y deberemos ser la noble especie que esperamos ser.
Pero hay otra posibilidad que encuentro un poco más preocupante, tal vez no son nuestros entornos los que están mal Tal vez somos nosotros los que estamos mal diseñados. Es una corazonada que tuve observando los modos que los científicos sociales han aprendido sobre el error humano. Y lo que vemos es que la gente tiende a continuar cometiendo errores exactamente de la misma manera, una y otra vez. Parecería que estamos construidos para cometer errores de determinada manera. Esta es una posibilidad que me preocupa un poco más, porque si somos nosotros los que estamos mal, no queda realmente claro como podremos solucionarlo. Tal vez debamos aceptar que de hecho somos propensos al error y tratar de diseñar las cosas en consecuencia.
Esta es la cuestión a la que mis alumno y yo queríamos llegar. ¿Cómo podemos diferenciar entre la posibilidad uno y la posibilidad dos? Lo que necesitábamos era una población que sea básicamente inteligente, pueda tomar decisiones, pero que no tenga acceso a ninguno de los sistemas que nosotros tenemos, ninguna de las cosas con las que nos complicamos. nada de tecnología humana, cultura humana, tal vez ni siquiera lenguaje humano. Y es por eso que nos volcamos a estos sujetos. Estos son algunos de los muchachos con los que trabajo. Este es un mono capuchino marrón. Estos muchachos son primates del Nuevo Mundo, lo que significa que se desprendieron de la rama humana más o menos 35 millones de años atrás. Esto significa que su tátara, tátara, tátara, –más o menos cinco millones de “tátaras”– abuela, fue probablemente la misma tátara, tátara, tátara, tátara abuela con cinco millones de “tátaras” que la de Holly. Pueden consolarse con el hecho de que esta muchacha es una pariente, si bien evolucionaria, muy, muy lejana. La buena noticia sobre Holly es que ella no tiene realmente los mismos tipos de tecnologías que nosotros tenemos. Ustedes saben, ella es inteligente, muy simpática, un primate también, pero carece de todo lo que creemos que nos complica a nosotros. Entonces ella es el sujeto perfecto para la prueba.
¿Qué pasa si ponemos a Holly en el mismo contexto que a los humanos? ¿Cometerá ella los mismos errores que nosotros? ¿No aprenderá de estos? Y así. Y este es el tipo de cosa que decidimos hacer. Mis alumnos y yo estábamos muy entusiasmados por esto hace unos años. Dijimos, bueno, démosle unos problemas a Holly, a ver si complica las cosas. El primer problema fue justamente: y bien, ¿dónde comenzamos? Porque, saben, aunque es fantástico para nosotros, y malo para los humanos. Cometemos un montón de errores en un montón de contextos diferentes. ¿Dónde vamos a comenzar realmente? Y como comenzamos este trabajo alrededor del momento del colapso financiero, cuando las ejecuciones hipotecarias eran las noticias del día, dijimos, um, tal vez deberíamos comenzar en el campo financiero. Tal vez, deberíamos mirar las decisiones económicas de los monos y tratar de ver si ellos hacen las mismas tonteras que nosotros.
Por supuesto, aquí tropezamos con un segundo problema –un poco más metodológico– que es que, tal vez no lo sepan, pero los monos no usan dinero. Ya lo sé, no los han conocido. Pero es por ello que no los ven haciendo cola detrás suyo en la tienda o en el cajero automático –ya saben, no hacen esas cosas. Así que nos enfrentábamos a un pequeño problema. ¿Cómo vamos a preguntarle a los monos sobre el dinero si ellos en verdad no lo usan? Dijimos entonces, bien, deberíamos manejarlo y enseñar a los monos cómo usar dinero. Y eso fue lo que hicimos. Lo que ven aquí es de hecho la primera unidad que yo conozca de de moneda no humana. No eramos muy creativos al momento de iniciar estos estudios, así que simplemente la llamamos “ficha”. Esta es la unidad monetaria que les enseñamos a nuestros monos en Yale para de veras utilizar con los humanos, para de veras comprar diferentes tipos de comida. No parece ser mucho –de hecho no es mucho.
Como casi todo nuestro dinero, es sólo un pedazo de metal. Como cuando ustedes se llevan dinero a casa luego de un viaje, una vez que llegan a casa, es bastante inútil. Era bastante inútil para los monos al principio antes de que se dieran cuenta de qué podían hacer con ellas. Cuando se las dimos por primera vez en sus recintos, las levantaron, las miraron. Eran estos objetos extraños, Pero muy pronto, los monos se percataron de que podían entregar estas fichas a diferentes humanos en el laboratorio a cambio de comida. Y aquí ven a uno de nuestros monos, Mayday, haciéndolo. En A y B son situaciones donde ella está un poco curiosa sobre estos objetos –no los conoce. Está la mano del experimentador esperando, y Mayday enseguida se da cuenta que, aparentemente el humano la quiere. La entrega, y entonces recibe algo de comida. Resulta que no sólo Mayday, sino todos nuestros monos aprenden a comerciar con fichas con los vendedores humanos. Aquí tienen un vídeo de como es esto. Esta es Mayday. Va a cambiar su ficha por comida. y espera feliz y obtiene su comida. Este es Félix, creo. Es nuestro macho alfa, alguien importante. Pero él también espera pacientemente, consigue su comida y continúa.
Los monos se vuelven realmente buenos en esto. Son sorprendentemente buenos con muy poco entrenamiento. Les dejamos que aprendan por ellos mismos. La pregunta es: ¿se parece al dinero humano? ¿Es ésto en definitiva un mercado, o solo es un raro truco psicológico que logra que los monos hagan algo, que parece inteligente, pero sin ser realmente inteligentes? Y entonces dijimos: bien, ¿Qué harían los monos espontáneamente si ésta fuese realmente su moneda, si estuviesen realmente usándola como moneda? Bien, pueden realmente imaginárselos haciendo toda la clase de cosas inteligentes que los humanos hacen cuando comienzan a intercambiar dinero unos con otros. Pueden verlos comenzar a prestar atención al precio, prestar atención a cuánto compran –llevando una especie de registro de sus mono-fichas. ¿Hacen algo así los monos?
Y así nació nuestro mercado de monos La forma en que funciona es que nuestros monos normalmente viven en un ambiente social de un zoológico grande. Cuando comienzan a pedir golosinas, les permitimos salir a un ambiente más pequeño donde podían entrar al mercado. Al entrar al mercado –es un mercado mucho más divertido para los monos que los mercados humanos pues al entrar por la puerta del mercado, los monos reciben un monedero lleno de fichas de un humano para que pudieran intercambiar sus fichas con uno de estos muchachos –dos posibles vendedores humanos diferentes de los que podrían comprar cosas. Los vendedores eran estudiantes de mi laboratorio. Se vestían diferente; eran dos personas diferentes. Y cada vez, ellos hacían básicamente lo mismo así los monos podían aprender quién vendía qué a qué precio –ustedes saben, quién era de fiar, quién no lo era, y así. Y pueden ver que cada experimentador, sostiene un pequeño plato amarillo con comida. y eso es lo que el mono puede obtener por una ficha. Todo cuesta una ficha. pero como pueden ver, algunas fichas compran más que otras, algunas veces más uvas que otras.
Les mostraré un video de cómo se ve realmente este mercado, desde es el punto de vista de un mono. Los monos son más bajos, así que este es un poco bajo. Aquí está Honey. Está esperando un tanto impaciente a que el mercado abra. De pronto el mercado abre. Aquí está su opción: una uva o dos uvas. Pueden ver a Honey, muy buena economista de mercado, va con quien le dá más. Podría enseñarle a nuestros asesores financieros una o dos cositas. Pero, no sólo Honey, la mayoría de los monos fue con quien tenía más. La mayoría de los monos fue con quien tenía mejor comida. Cuando introdujimos las ventas, vimos que los monos prestaban atención a eso. Realmente se preocupaban por su mono-dinero. Lo más sorprendente fue que cuando colaboramos con economistas, para evaluar los datos de los monos usando herramientas económicas, éstas coincidían básicamente, no sólo cualitativa, sino cuantitativamente con lo que vimos hacer a los humanos en el mercado real. Tanto es así que, si vieran los números de los monos, no podrían precisar cuáles vienen de los monos y cuáles de los humanos en el mismo mercado.
Y lo que pensamos que hemos hecho es que hemos introducido algo que, al menos para los monos y para nosotros, funciona como moneda financiera real. La pregunta es: ¿los monos complican las cosas de la misma manera que lo hacemos nosotros? Bien, ya vimos anecdóticamente un par de signos de que tal vez sí. Una cosa que nunca vimos en el mercado de monos fue alguna evidencia de ahorro –como en nuestra propia especie. Los monos entraban al mercado, gastaban su presupuesto entero y luego volvían con los demás. La otra cosa que también vimos espontáneamente, bastante vergonzosa, es evidencia espontánea de latrocinio. Los monos se arrebatan las fichas unos a otros en cada oportunidad posible, incluso a nosotros, cosas que, no necesariamente pensamos que estábamos introduciendo, sino que espontáneamente vimos.
Entonces dijimos, esto se ve mal. ¿Podemos ver si realmente los monos están haciendo exactamente las mismas tonterías que los humanos? Una posibilidad es que dejemos que el sistema financiero de los monos colapse, y ver si en unos años nos llaman para sacarlos del apuro. Como estábamos un tanto impacientes queríamos acelerar un poco las cosas. Dijimos, demos a los monos el mismo tipo de problemas que los humanos suelen mal interpretar en ciertos desafíos económicos, o ciertos experimentos económicos. Y como, la mejor manera de ver como la gente se equivoca es hacerlo uno mismo, voy a darles a ustedes un experimento rápido para que vean sus propias intuiciones financieras en acción.
Imagínense que en este momento Les entregara a cada uno de ustedes mil dólares americanos –10 crujientes billetes de cien dólares. Tómenlos, pónganlos en sus carteras y piensen por un segundo sobre qué harán. Porque es suyo ahora, pueden comprar lo que quieran. Donarlo, llevárselo, y así. Suena genial, pero tienen la opción de ganar un poquito más. Y este es su opción: pueden ser arriesgados, en ese caso voy a lanzar una de estas mono-fichas al aire. Si sale cara, recibirán mil dólares más. Si sale seca, no reciben nada. Es una oportunidad de obtener más, pero es bastante arriesgado. Su otra opción es un poco más segura. Van a tener un poco más de dinero con seguridad. Les voy a dar 500 dólares. Los pueden guardar en sus billeteras y usarlos inmediatamente. Vean cuál es su intuición aquí. La mayoría de la gente va por la opción segura. La mayoría de las personas dice: ¿para qué arriesgarme si puedo obtener 1,500 con seguridad? Esta parece una buena apuesta. Voy a por ella. Puede que digan, eh, eso realmente no es irracional. La gente es un poco contraria al riesgo. ¿Y qué?
Bueno, el “y qué” aparece cuando comenzamos a pensar el mismo problema planteado con una pequeña diferencia. Imaginen ahora que les doy a cada uno de ustedes 2000 dólares –20 crujientes billetes de cien dólares. Ahora, pueden comprar el doble que antes. Piensen como se sienten guardando el dinero en sus billeteras. Y ahora, imaginen que les doy otra elección. Pero esta vez, es un poco para peor. Ahora, van a decidir cómo perderán dinero. pero van a tener la misma elección. Pueden optar por una pérdida riesgosa, en cuyo caso al arrojar una moneda. Si sale cara, van a perder realmente mucho. Si sale seca, no pierden nada, todo bien, mantienen todo– o pueden ir a lo seguro, deben buscar en su billetera y darme cinco de esos billetes de $100.
Y veo muchas cejas fruncidas aquí. Entonces tal vez están teniendo la misma intuición. que los sujetos testeados, que es, cuando se presentan estas opciones, las personas no eligen ir a lo seguro. De hecho tienden a correr un pequeño riesgo. La razón de que esto es irracional es que les hemos dado en ambas situaciones la misma opción. Es una posibilidad de 50/50 de mil o 2 mil, o simplemente, 1,500 con certeza. Pero, la intuición de la gente sobre cuánto riesgo correr, varía dependiendo de dónde comenzaron.
Entonces, ¿qué está ocurriendo? Bueno, sucede que ese parece ser el resultado de al menos dos tendencias que tenemos a nivel psicológico. Una es que tenemos gran dificultad para pensar en términos absolutos. Uno debe esforzarse para resolverlo, bien, una opción es mil o 2 mil; la otra es 1,500. En cambio, nos es muy fácil pensar en términos relativos como si las opciones cambiaran de una vez a la otra. Entonces pensamos cosas como: “oh, voy a conseguir más” o “oh, voy a conseguir menos”. Esto está bien y es bueno, excepto que cambia en direcciones diferentes realmente afecta si pensamos o no si las opciones son buenas o no. Y esto nos lleva a la segunda tendencia, que los economistas han llamado aversión a la pérdida.
La idea es que realmente odiamos cuando las cosas caen en rojo. Realmente odiamos cuando tenemos que perder algo de dinero. Y esto significa que algunas veces cambiemos nuestras preferencias para evitar esto. Lo que vieron en el último escenario es que los sujetos se vuelven arriesgados pues prefieren la opción que ofrece menos pérdida. Eso significa que cuando estamos en una mentalidad de riesgo- perdón, cuando estamos en una mentalidad de pérdida, nos volvemos más arriesgados, lo que puede ser realmente preocupante. Este tipo de cosas afecta de maneras muy negativas en los humanos. Por esto los inversores se aferran a las acciones a la baja por más tiempo pues las están evaluando en términos relativos. Por esto la gente en el mercado de propiedades se negaba a vender sus casas pues no quieren vender a pérdida.
La cuestión que nos interesaba era saber si los monos mostraban las mismas tendencias. si les presentáramos esos mismos escenarios en nuestro pequeño mercado de monos, ¿harían las mismas cosas que la gente? Y eso es lo que hicimos, les dimos opciones a los monos entre sujetos que eran confiables –que hacían lo mismo cada vez– o con sujetos que eran un riesgo –que hacían las cosas de modo diferente la mitad de las veces. Les dimos opciones con bonificación –como a ustedes en el primer escenario– y tenían una opción más, o situaciones donde experimentaban pérdidas –pensaban que obtendrían más de lo que realmente obtuvieron.
Y así es como se ve. Les presentamos a los monos dos nuevos vendedores. Ambos, el de la izquierda y el de la derecha comienzan con una uva. todo se ve bastante bien. Pero les van a dar bonificaciones. El de la izquierda es una bonificación segura. Todo el tiempo añade una, dándole 2 al mono. El de la derecha es una bonificación riesgosa. Algunas veces los monos no reciben ninguna bonificación –bonificación cero. Algunas veces los monos reciben 2 adicionales. Una gran bonificación, y reciben 3. Pero esta es la misma elección que ustedes acaban de enfrentar. ¿Quieren los monos realmente ir a lo seguro e ir con quien va a hacer lo mismo en cada intento, o quieren ser arriesgados y tratar de obtener un bonificación riesgosa pero mayor, pero arriesgando la posibilidad de no obtener ninguna bonificación? La gente aquí fue a lo seguro. Resulta que los monos también fueron a lo seguro. Cualitativamente y cuantitativamente, eligieron exactamente de la misma manera que la gente, al ser testeados.
Podrían decir, bien, tal vez a los monos no les gusta el riesgo. Tal vez deberíamos ver como les va con las pérdidas. Entonces hicimos una segunda versión. Ahora, se les presentan dos sujetos a los monos que no les dan bonificaciones; de hecho les dan menos de lo que esperan. Parece que comienzan con una gran cantidad. Son tres uvas; los monos están preparados para esto. Pero ahora saben que estos sujetos les van a dar menos de lo que esperan. El sujeto de la izquierda es una pérdida segura. Cada vez sacará una de estas y le dará a los monos solo dos. El de la derecha es una pérdida riesgosa. Algunas veces no da pérdida, los monos están mentalizados, pero algunas veces en verdad da grandes pérdidas, sacando dos y dándole a los monos sólo una.
Y entonces, ¿Qué hacen los monos? Nuevamente, la misma opción, pueden ir a lo seguro para obtener dos uvas cada vez, o tomar una apuesta riesgosa y elegir entre una y tres. Lo más llamativo para nosotros es que, cuando le damos la posibilidad a los monos, ellos hacen irracionalmente lo mismo que hace la gente. Se vuelven más arriesgados dependiendo de dónde comenzaron los experimentadores. Esto es una locura porque sugiere que los monos también están evaluando las cosas en términos relativos. y están tratando las pérdidas diferente de como tratan las ganancias.
¿Qué significa todo esto? Bien, lo que hemos mostrado es que, primero, podemos darles a los monos moneda corriente, y harán cosas bastante similares con ella. Harán algunas de las cosas inteligentes que hacemos nosotros, algunas de las cosas no tan lindas que nosotros hacemos, como robar y otras. Pero también algunas de las cosas irracionales que nosotros hacemos. Sistemáticamente se equivocan y en la misma manera que lo hacemos nosotros. Este es el primer mensaje para llevarse de esta charla, y es que si ustedes vieron el comienzo y pensaron, oh, cuando me vaya a casa voy a conseguir un mono capuchino como asesor financiero Son mucho más bonitos que el que tenemos en… ustedes saben No lo hagan; probablemente serán tan sonsos como el humano que ya tienen. Entonces, ya saben, malo –Perdón, perdón, perdón. Malo para los inversores monos.
Por supuesto, la razón por la que se están riendo es mala para los humanos también. Porque hemos respondido la pregunta del comienzo. Queríamos saber de dónde venían este tipo de errores. Y comenzamos con la esperanza de que tal vez podemos corregir nuestras instituciones financieras, corregir nuestras tecnologías para hacernos mejores a nosotros mismos. Pero lo que hemos aprendido es que estas predisposiciones pueden ser una parte más profunda de nosotros. De hecho, pueden deberse a la misma naturaleza de nuestra historia evolutiva. Ustedes saben, tal vez no son sólo los humanos de este lado de la cadena los simplones. tal vez es simplona la cadena entera. Y ésto, si creemos en los resultados del mono capuchino, significa que estas estrategias simplonas pueden tener 35 millones de años. Eso es mucho tiempo para que una estrategia pueda ser cambiada –es muy, muy vieja.
¿Qué sabemos de otras estrategias tan viejas como ésta? Bien, una cosa que sabemos es que tienden a ser muy difíciles de superar. Ya saben, piensen en nuestra predilección por comer cosas dulces, cosas grasosas como los cheescake No se puede simplemente cortarlo. No puedes simplemente mirar al carrito de postres y decir, “No, no, no. Me parece desagradable”. Estamos construidos de forma diferente Vamos a percibirlo como algo que es bueno de obtener. Mi conjetura es que lo mismo va a ser verdad cuando los humanos están percibiendo diferentes decisiones financieras. Cuando estás viendo tus acciones caer en picada al rojo, cuando estás viendo el precio de tu casa desmoronarse, no serás capaz de verlo. sino en viejos terminos evolucionarios. Esto significa que las predisposiciones que guían a los inversores a equivocarse, que llevó a la crisis de las ejecuciones inmobiliarias van a ser muy dificiles de superar.
Esa es la mala noticia. La pregunta es: ¿Hay alguna buena noticia? Se supone que estoy aquí para darles buenas noticias. Bien, la buena noticia, creo, es con lo que comencé esta charla, que los humanos no sólo somos inteligentes, nuestra inteligencia inspira al resto del reino biológico. Somos tan buenos para sobreponernos a nuestras limitaciones biológicas –ya saben, volé en un avión para llegar aquí y no tuve que tratar de aletear mis alas. Estoy usando lentes de contacto para poder verlos, y no necesito confiar en mi miopía. Tenemos todos estos casos en que superamos nuestras limitaciones biológicas a través de de la tecnología y otros medios, al parecer con bastante facilidad. Pero debemos reconocer que tenemos esas limitaciones.
Y aquí está el problema. Fue Camus quien dijo: “El hombre es la única especie que se niega a ser lo que realmente es”. Pero la ironía es que, sólo reconociendo nuestras limitaciones podremos superarlas realmente. La esperanza es que puedan pensar sobre sus limitaciones, no como algo necesariamente insuperable, sino reconociéndolas, aceptándolas y entonces usando el mundo del diseño para comprenderlas. Esa puede ser la única manera en la que seremos capaces de lograr nuestro potencial humano y ser de veras la noble especie que esperamos ser.
Gracias.
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