Científicos descubren nuevo mecanismo en lesiones de médula espinal
Más de 11mil estadounidenses sufren de lesión en la médula espinal cada año, y debido a que un cuarto de esas lesiones son provocadas por caídas el porcentaje de personas adultas que lo sufren va en aumento.
La razón por la que muchas de estas lesiones se convierten en permanentes es que el cuerpo humano no tiene la capacidad de regenerar las fibras nerviosas. Lo más que nuestro cuerpo puede hacer es conectar el tejido sano alrededor del lugar que recibió el daño.
“Es como una desviación después de un terremoto”, dice Kuo-Fen Lee, director de Neurobiología Molecular en el Instituto Salk. “Si la vía principal no está disponible, puedes aún tomar calles paralelas y el tráfico aún persistirá. Nuestra estrategia debe ser preservar tanto como sea posible el tejido sano para tener una oportunidad de reconstruir la ruta”.
En un estudio publicado en PLOS ONE, Lee y sus colegas describen la manera en que la proteína conocida como P45 podría ser clave en un posible mecanismo molecular que promueva la reconstrucción de la médula espinal y recuperar así su funcionamiento. Debido al hecho que los ratones pueden recuperarse de mejor manera que los humanos, Lee buscó la fuente de esa diferencia y descubrió que la P45 tiene un efecto neuroprotector previamente desconocido.
“Como químico y neurobiólogo, el descubrimiento me da esperanza de que podamos encontrar una molécula para tratamiento con drogas”, indicó Lee. “Sin embargo, debo mencionar que es sólo el primer paso en este camino”.
En los humanos o en los ratones, el éxito en el intento de reconstruir una ruta después de una lesión en la médula espinal depende de qué tanto tejido sano queda. Sin embargo, las heridas desatan una cascada de reacciones en las células, que de no ser detenida a tiempo tendrá como resultado mayor daño en el tejido y se extenderá más allá del lugar de la lesión. La tracción del nervio desde el lugar dañado conduce a su desconexión de la red indispensable para las funciones motoras y sensoriales normales. Lee descubrió que la P45 es un factor determinante para evitar que la reacción destructiva en cascada llegue hasta sus últimas consecuencias.
Un complejo de proteínas, interactuando secuencialmente entre ellas, induce esta cascada de la muerte celular. Lee descubrió que la P45 es un antagonista natural de este proceso. Los antagonistas son moléculas, algunas de aparición natural, otras elaboradas en laboratorio, que esencialmente trabajan como si se metiera chicle en una cerradura. Debido a que el antagonista ocupa el lugar, ninguna otra molécula puede hacerlo. En este caso, la P45 evita que otras dos proteínas en la cascada de la muerte se conecten, por lo que su acción queda sin efecto y detiene la destrucción.
Sin embargo, un mayor análisis sobre la manera en que P45 funciona le proporciona a Lee la esperanza de encontrar un método nuevo de tratar las lesiones de médula espinal. En descubrimientos recientes, que se preparan ya para darse a conocer, el equipo de trabajo de Lee también detectó efectos positivos de P45 en el crecimiento de tejido sano. Lee concluye que quizá la función principal de esta proteína sea un tipo de molécula “sube y baja” que cambia el balance en la cascada entre negativo y positivo.
“Lo grandioso acerca de la P45 es que puede inhibir lo negativo al bloquear la carga que llevaría a mayor muerte celular, y a la vez promueve la sobrevivencia y crecimiento del tejido sano por lo que aumenta la posibilidad de sanar la médula espinal”, explicó Lee.
“Si logramos entender dónde encontrar el balance de la señal positiva/negativa, nos ayudaría a tener menos daño y mayor recuperación”, dijo Lee.
El paso siguiente para Lee es buscar un gen o un proceso que funcione de manera similar en los humanos, o puede ser que funcione con intervención terapéutica. Sin embargo, con precaución Lee indica que es aún una prueba de concepto en ratones. Aunque se hallara un mecanismo similar en los seres humanos, su aplicación clínica estaría aún a varios años de ser aprobada.
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