A la memoria de Marvin Minsky
Ray Kurzweil
Cuando tenía catorce años le escribí a Marvin Minsky una carta solicitando reunirme con él. Me invitó a visitarlo en el MIT y allí pasó varias horas conmigo como si no tuviera algo más que hacer.
Cuando mi hija Amy tenía once años, salimos a comer al Harvest Restaurant en Cambridge, acompañados de mi esposa, Sonya, y de su esposa, Gloria. Amy y Marvin construyeron una estructura grande sobre la mesa del restaurante utilizando sólo los cubiertos, experimentando las maneras diferentes que los cubiertos podrían crear estructuras estables.
No tenía sentido que estuviera haciendo eso con una estudiante de escuela primaria. Abordó su actividad con la misma combinación de humor y seriedad que podría tener con cualquier colega.
Era un maestro consumado, era su mayor gozo y su pasión. Sin embargo, también era otras muchas cosas: científico, inventor, ingeniero, robotista, escritor, filósofo, erudito, poeta, músico, y sobre todo eso, un estudioso de la naturaleza humana y el pensamiento.
Marvin fue el pionero principal tanto de la escuela simbólica y de la escuela conexionista de Inteligencia Artificial y realizó contribuciones profundas que han enriquecido el campo de la ciencia de la computación y de todas las ciencias. Fue uno de los más grandes pensadores de la humanidad.
Él también fue mi único mentor. Lo extrañaré profundamente.
Enero 25, 2016
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